Más de dos millones y medio de niñas son sometidas al año en el mundo a
la mutilación de sus genitales externos, mediante prácticas rituales como la
ablación o la infibulación, para preservar su castidad o impedir el placer
sexual, lo que les causa graves secuelas físicas y psíquicas.
Por María Galindo
La mayoría de estas
niñas vive en los países del oeste de Africa, y son sometidas a dicha práctica
entre los 4 y los 14 años, aunque en países como Nigeria, la ablación de
clítoris se hace cuando tienen sólo unos meses.
El último informe de
la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la ablación de clítoris calcula
que son más de 136 millones las mujeres mutiladas en todo el mundo, y que este
ritual no es una práctica reducida a la población musulmana.
En países como
Eritrea, Etiopía y Egipto, está igualmente extendida en las comunidades
cristiana y judía.
UNICEF, la Comisión
para la Protección de las Mujeres de Naciones Unidas y la OMS definieron en
1997 esta mutilación como 'cualquiera de las prácticas que conlleven una
extirpación total o parcial de los genitales externos femeninos u otras
agresiones a los órganos sexuales femeninos por motivos culturales u otros no
terapéuticos'.
Naciones Unidas ha
clasificado tres tipos distintos de esta mutilación. La primera consiste en la
extirpación total del clítoris y, la segunda, en la eliminación total o parcial
del clítoris, junto a los labios menores que lo cubren.
Por último, en
Etiopía y otras zonas del llamado Cuerno de Africa, se lleva a cabo la
infibulación, que consiste en la oclusión de la vagina desde el exterior por
una fíbula que mantiene 'cosida' la vulva desde la niñez hasta los eventuales
esponsales, lo que provoca la destrucción o la atrofia de clítoris y labios.
El porcentaje de
mujeres a las que les han sido extirpados sus órganos genitales externos varía
en función de los países.
En Egipto, Eritrea,
Gambia, Malí, Sierra Leona o Sudán, el número de mujeres mutiladas en la
infancia supera ampliamente el 80 por ciento de su población femenina.
En países como Benin,
la República Central Africana, Chad, Guinea-Bisau, Kenya o Nigeria, el número
de niñas mutiladas está en torno al 50 por ciento.
El origen de la
mutilación genital externa a las niñas hay que buscarlo en las raíces
culturales de los pueblos que las practican, anteriores a la implantación de
las religiones mayoritarias.
La justificación más
extendida es la preservación de la castidad: evitar que la mujer pueda
experimentar un 'pecaminoso' placer sexual.
En el caso de la
infibulación, se dan, incluso, razones de sentido práctico como 'método
protector' de la joven ante el riesgo de posibles violaciones en despoblado, en
comunidades donde una de las tareas asignadas a las menores es la de pastorear
el ganado.
En otros países, como
Kenia, Uganda o Sierra Leona, la función de la ablación del clítoris es
diferente: una adolescente puede tener un hijo antes del matrimonio para probar
su fertilidad, pero, en el momento en que se casa, es mutilada para evitar la
tentación de mantener relaciones extramatrimoniales.
La práctica de la
ablación se ha exportado al mundo occidental con la inmigración, algo probado
aunque con cifras imprecisas, debido a la clandestinidad de estas prácticas y a
la propia ilegalidad de una parte de dicha inmigración.
El Grupo de Mujeres
por la Abolición de las Mutilaciones Sexuales (GAMS) en Francia ha calculado
que, en 1992, había en su país al menos 27.000 niñas y mujeres a las que se les
había practicado la ablación de clítoris en suelo francés.
Según Amnistía
Internacional, Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia, Italia, Holanda, Suecia
o Dinamarca, también registran casos de niñas de las distintas comunidades de
inmigrantes procedentes de Africa a las que se les practicó esta mutilación.
En España, dos niñas
tuvieron que ser hospitalizadas tras las graves secuelas que les produjeron
estas prácticas.
Ambos casos
ocurrieron en Cataluña en 1993 y fueron llevados a los tribunales, pero las
denuncias no progresaron, porque fue imposible demostrar que las intervenciones
se hicieron en España, dada su clandestinidad.
Este es el mismo
obstáculo que encuentra la Justicia en todos los países europeos.
La mutilación genital
externa genera graves problemas de salud en las niñas, sobre todo por el riesgo
de sufrir infecciones (septicemias) y hemorragias, dadas las condiciones
insalubres en las que se practican las intervenciones.
Además, según recoge
la OMS, la ablación del clítoris provoca problemas menstruales, de fecundidad,
aparición de quistes y patologías psicológicas, como ansiedad o depresión,
entre otros.
Domingo
5 de Mayo de 2002
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